O cómo leer a las empresas a través de sus avisos, para focalizar mejor nuestras postulaciones
Imagina que, por una de esas cosas del destino – y es que así suele funcionar – estás en la difícil situación de elegir entre dos personas para que una de ellas sea tu pareja. La primera de ellas te dice que te dará algunas molestias, que tiene su carácter, que sabe amar y también odiar, que esta es una apuesta hecha a ciegas, que se la jugarán juntos, y que piensa poner todo de su parte. La segunda persona te dice que te dará la mano, besos, abrazos y palabras de amor. Ah, y un agradable ambiente para que puedas ser feliz. ¿A quién escogerías?
No. No es un test. Calma. Pero si dices que eliges a la primera, mis respetos. Eres valiente. Ahora, si dices que eliges a la segunda, también está muy bien, pero… ¿Que eso que te ofrece no es lo mismo que toda pareja “normal” te daría? ¿Cuál es el gancho ahí? ¿El “agradable ambiente”? ¿Eso es? ¿Eso es todo? ¿Y vas a elegir esa opción antes que la riesgosa puerta de la honestidad?
Calculo que aquí ya descubriste cuál es mi punto. Pero, de todos modos, déjame presentarte lo que te ofrecen los últimos tres anuncios de empleo que puedo ver en mi muro de LinkedIn:
- Se ofrece: Salario con todos los beneficios de ley. Beneficios complementarios. Agradable clima laboral. Línea de carrera.
- Beneficios: Ingreso a planilla con todos los beneficios de ley. Oportunidad de desarrollo profesional. Establecimiento de incentivo variable anual por cumplimiento.
- Oferta: Atractiva remuneración, ingreso a planilla con todos los beneficios de ley. Buen clima laboral. Desarrollo profesional y línea de carrera. Capacitaciones corporativas.
No sé tú, pero yo doy por sentado todo lo que indican los tres anuncios. No lo veo como un beneficio, sino como una obligación, como un deber del empleador. Los tres puestos son de un nivel de jefatura o gerencia y no creo que alguien se cambie por menos que eso. Entonces, ¿qué nos están ofreciendo? Lo mínimo indispensable. Sí, ya sé, podría ser menos, pero si lo fuese, no postularías. ¿O sí?
Ahora, el tema se pone más crítico si les digo que para obtener esos tres textos tuve que recorrer 53 anuncios. 53. Porque los otros 50 no mencionaban nada sobre beneficios o ventajas diferenciales. Tú debes postular a ciegas, simplemente porque son ellos. Y allí hay un error de enfoque terrible. Tú no los necesitas a ellos. Ellos te necesitan a ti. Ellos deben hacer el esfuerzo. No es ningún favor. Pero ya hablaremos de eso en otro momento. 50 citas a ciegas. Eso está peor que las dos posibles parejas del caso hipotético inicial.
Pero así anda el mercado laboral en nuestros días. Mientras nos dedicamos a corregirlo, aquí tres recomendaciones para poner a las empresas en su lugar:
- Indaga con tus infiltrados. Averigua a través de contactos la información que la empresa no te está dando. Un buen trabajo te dará toda la información que necesitas para proseguir con el proceso o dejarlo de lado.
- Revisa lo que dice la prensa especializada sobre la compañía, lo que dicen en sus redes sociales, lo que comentan los públicos relacionados a ella. Esto sólo aplica cuando la empresa es “reconocida”. Si quieres tentar con el mercado invisible (para saber de qué hablo, entra aquí), pasa al siguiente punto.
- Sé directo. Desde el primer contacto con tu potencial empleador consúltale. Sin temor. Ellos quieren saber, tú quieres saber. Y si no quieren responder, sospecha. A menos que seas de los que gustan de jugar a las escondidas o al sí pero no.
Entonces, ya sabes: Que tu próximo paso en el mundo laboral no sea una cita a ciegas.
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.