Basta con dar un pequeño paseo por LinkedIn para reconocer la preocupante multiplicación de los “expertos en todo”. Lo más desconcertante no es su existencia (charlatanes siempre hemos tenido), sino la capacidad que tienen de lograr el apoyo de incondicionales seguidores, contando entre ellos a personas que ocupan posiciones importantes dentro de grandes organizaciones, algunos líderes de opinión, y por supuesto, a futuros profesionales obnubilados por el brillo de estos personajes fantásticos, creando un círculo vicioso que les da un poder que utilizarán sólo a su favor.
En este juego que limita entre la realidad y la ficción, pierden las personas y sus organizaciones, pues confían sus procesos de investigación, desarrollo, aprendizaje, estrategia, y más, a personas de dudosa reputación. Los resultados no serán los mejores, pero debido a un sesgo mental muy básico, nos aferraremos a la decisión tomada e insistiremos en que sí, el gurú ha obrado milagros, conduciéndonos con una gran sonrisa hacia el desastre (que también negaremos).
¿Cómo reconocerlos? ¿Cómo saber si estamos confiando en las personas correctas, o si estamos siguiendo a personajes fraudulentos? Hace unos días encontré un artículo[1] que habla sobre los falsos guías espirituales y cómo reconocerlos rápidamente. Hice un paralelo y descubrí la clara conexión entre este mundo del maestro espiritual falso y del experto falso. Y es que, en esencia, buscamos a ambos por lo mismo, y quizás ellos vean en nosotros – sus potenciales víctimas – también las mismas oportunidades.
¿Listos para aplicar estas siete prácticas[2] para desenmascarar falsos gurús? Aquí vamos:
- Cobran grandes sumas de dinero. Claro, podríamos pensar que en este caso el mundo espiritual es distinto al de los negocios. ¿Cuál es el problema en cotizar bien nuestros servicios? Ninguno. Pero ¿realmente valen lo que cuestan? Hace unos días una buena amiga me contaba que su empresa pagaba una suma bastante alta por un proceso para ella y otros gerentes, porque era “con un gurú en estos temas de coaching”. Grande fue su sorpresa al ver que en las sesiones el coach le ponía vídeos (que bajó de YouTube) para que ella los vea y luego los comenten. ¿Cuánto están dispuestos a pagar por mirar vídeos de YouTube o TED talks? Pagamos por el tiempo del coach, no por el tiempo de mirar vídeos, ¿no creen? Para eso está el espacio de “las tareas”. La sesión debe ser conversación pura, una conversación intensa, que realmente agote al coach y aproveche al máximo todos sus recursos. Calcular el ROI de tu gurú es imprescindible, pero no suficiente. Sería importante comparar este retorno con el de otras posibilidades de intervención. E incluso de la posibilidad de no hacer nada. Podrías sorprenderte.
- Se dan a sí mismos títulos altisonantes.[3] Sobre este punto podríamos escribir varios artículos (de hecho, pienso hacerlo), pero bastaría con dar como ejemplo el concepto de “Disruptor o líder disruptivo”. ¿realmente esa persona ha transformado dramáticamente la forma de hacer las cosas para adjudicarse ese término? Si es así, ¿por qué no observamos el impacto de esta transformación increíble? Tus obras hablan por ti, y por eso mismo, el verdadero disruptor no se autodenomina así. Hace algunos días leía una frase genial: “Pensar fuera de la caja es la cosa más dentro de la caja que se escucha en estos días”. Y es que quizás hoy como todos son disruptivos, quizás lo más disruptivo sea no serlo. Lo que sí es cierto es que un gurú verdadero no se dice gurú a sí mismo. Los grandes personajes, de todos los campos, son más grandes cuando vienen con una dosis de modestia, ¿no creen?
- Incapacidad para aceptar la crítica. Como seres humanos todos cometemos errores. Y como personas en continuo desarrollo, todos podemos aprender, incluso de quienes saben menos que nosotros. Aquí debemos de tener particular cuidado, porque los falsos gurús se disfrazan de pensadores positivos y abanderados del optimismo para deshacerse del criticismo. Leí recientemente una frase que indicaba que “debemos de abrazar a quienes nos alientan, y olvidar a quienes nos hacen comentarios negativos, no hacer caso a los renegones”. Necesitamos a los renegones. Necesitamos del criticismo. Es lo que nos lleva crecer y cambiar. Entonces, ¿un líder incuestionable? ¿Un consultor que no acepta cambios en sus propuestas? ¿Un “experto” que no cuestiona sus métodos? Una mente cerrada es muy peligrosa. Pero también muy atractiva, en un mundo de personas que confunden terquedad con autoconfianza.
- Foco desmedido en la meta o el producto final. Pero ¿qué tendría de malo? Todos queremos alcanzar nuestras metas, ¿cierto? Por supuesto, pero en muchos casos, acudimos a un experto no sólo para que nos muestre la solución, sino también, para que nos enseñe el camino para llegar a ella. La innovación vuelve a ser campo para un ejemplo: “¡Con mi técnica generarás 100 ideas geniales!” pero… ¿Cuál es la lógica que corre detrás del método? Quizás hay un proceso o una serie de principios que subyacen a ésta y a 100 técnicas más, pero, claro, si te lo enseña, ¿dónde quedaría su negocio? Capítulo aparte es el experto que, al preguntarle por estos principios o fundamentos, te responde “Son muy complejos, difíciles de explicar, y transmitirlos sin años de preparación, imposible…” Vuelvo a una enseñanza de un antiguo maestro: Si no lo puede explicar, en realidad no lo sabe.
- Actúa hipócritamente. Es quizás una de las maneras más sencillas de detectar a los vendedores de encantamientos. Predicar con el ejemplo es un requisito indispensable del experto verdadero. Por eso, la próxima vez que compres una consultoría en cultura organizacional, pregúntate primero ¿cómo es la cultura que ha forjado este consultor en su propio equipo? Y cuando compres una asesoría en servicio al cliente, pregúntate ¿Cómo fui tratado por este “gurú” del servicio, fue el servicio que quiero que reciban mis clientes?
- Foco en el logro de deseos egocéntricos. En el campo espiritual, un gurú que demuestra interés desmedido por el dinero, las posesiones o el placer físico, es evidentemente falso. En el mundo de la consultoría podríamos ver un paralelo cuando el gurú se preocupa más por el estado de su pago que por el logro de los objetivos de su intervención. Por otro lado, algunos de estos personajes se comportan como verdaderos rockstars o divos. ¿Qué nos dice este comportamiento sobre su capacidad de servir y poner al cliente – a nosotros – primero? Quizás este sea el más romántico de los argumentos, pero a algunos nos gusta creer en él.
- Te promete un camino corto, una solución instantánea. En tiempos de la agilidad, la velocidad y las soluciones automáticas, Existe una gran cantidad de gurús que ofrecen este camino. Hace un tiempo escribí un pequeño artículo sobre el peligro de creer que un hábito se puede formar en 21 días[4], un mito que ya dábamos por enterrado, pero que empezó a resucitar en una nueva generación de coaches, inspirados por algunos “gurús”. ¿Un consejo? Lee los objetivos planteados en los cursos y talleres a los que asistes o los que compras, y pregúntate si son factibles. “Dominarás las técnicas de persuasión y argumentación, generando cierres de venta efectivos” promete un curso de 90 minutos, para 50 personas. ¿Es posible tanta maravilla? Por el momento, no. “Aprende las técnicas de los grandes presentadores para convertir tu próxima reunión en una verdadera TED Talk”, en un taller de cuatro horas, dirigido a personas tímidas o con temor al público. Terrible.
Vivimos en tiempos en los que todos quieren vendernos algos. Depende de ti la calidad de lo que compres. Y si llegamos todos juntos a elegir sabiamente, lograremos un mercado más justo, en el que los mejores sean los elegidos para guiarnos, y los amos del marketing de humo queden fuera del juego. ¿Nos ayudan?
Notas
[1] 9 ways to spot a fake guru or spiritual teacher. Artículo publicado el 23/01/2017 en el portal espiritual Gostica.com Link: https://gostica.com/spiritual-lifestyle/9-ways-spot-fake-guru-spiritual-teacher/
[2] El artículo original menciona nueve formas, pero algunas de ellas podrían ser cuestionables en el mundo de la consultoría y los negocios, por lo que preferí no incluirlas y reservarlas para el campo de la espiritualidad y el desarrollo personal, tema sobre el que espero escribir muy pronto.
[3] Y lo dice alguien que en su perfil de LinkedIn dice ser “talent developer” y “human experience designer”. “Desarrollador” y “diseñador de experiencias” no tienen mayor glamur, y significan trabajo duro.
[4] https://www.linkedin.com/pulse/los-hábitos-se-forman-en-21-días-fernando-loyola-angeles/
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.