Resulta interesante – y hasta admirable – ver cómo algunos comerciantes transforman su negocio en una vertiginosa secuencia de estacionalidades: en estos momentos ha empezado a vender útiles escolares, un rubro en el que permanecerán durante dos meses, hasta que migren a los productos pensados para el día de la madre. El día del padre suelen pasarlo por alto, así que tomarán un respiro, venderán algo neutro, y después se vestirán de orgullo patrio con banderas, escarapelas y otros distintivos de sabor nacional. El fervor no durará mucho y migrarán hacia los disfraces y decoraciones de Halloween. Y así, hasta llegar a Navidad y luego a Año nuevo.

Cuando llevamos este tema al mundo de las redes sociales, ya no es tan admirable: en temporada de premios todos son expertos en cine y música, en tiempos de fútbol todos son estrategas deportivos, en campaña política todos son analistas connotados, y en tiempos de crisis económica o sanitaria, todos son científicos dignos de un Nobel.
En el mundo del trabajo, el panorama es similar. Esta pasión desmedida por la inmediatez nos ha llevado a rodearnos de personas que leen el resumen de un libro, vieron un par de charlas de TED, escucharon un episodio de un podcast o vieron un par de infografías y sienten la autoridad suficiente como para hablar del tema, dar recomendaciones, e incluso autodenominarse “expertos”. Es grave, sí, pero en muchas ocasiones pasa desapercibido, ya que estos personajes son los primeros en hablar sobre el tema y no tenemos tiempo para verificar, ánimo para contrastar o intención de llegar a un aprendizaje profundo.
En este contexto, tienes dos caminos: unirte a este movimiento de conocimiento superficial (pero práctico e inmediato) o profundizar en tus conocimientos para desarrollar un perfil profesional sólido y especializado. Si tu interés es el segundo camino, no será sencillo.
Sin embargo, podemos recomendarte 5 acciones para lograr destacar en este mundo en el que parece que todos saben de todo:
Sé el primero en comunicar. No te guardes los nuevos conocimientos ni los reserves para después. Comunica de inmediato: comparte lo que estás leyendo a través de tus redes sociales, comparte lo nuevo que has aprendido con tu equipo de trabajo, pon en agenda temas que estén surgiendo. Es muy probable que, si eres el primero, te convertirás, tarde o temprano en la fuente de información confiable, y el referente en el tema. Eso te dará un lugar temporal, que deberás conservar a través de otras acciones.
Establece alianzas. No confrontes – y mucho menos invalides o embosques – a los “expertos superficiales”. Si tu objetivo es llevar a tu equipo u organización por el camino correcto, estos enemigos podrían impedir que lo consigas o, peor aún, en tiempos de agarrarse las manos y tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar, entrarías en la casilla de los “problemáticos” y “negativos” (y a un paso de la habitación reservada para la “gente tóxica”, una terrible etiqueta sobre la que hablaremos en otra publicación). Si tu objetivo es ir hacia el camino correcto, ¿por qué no aliarte con estos expertos, brindarles el conocimiento que les falta, aconsejarlos? Hace un tiempo conocí a un excelente profesional que usaba esta técnica y yo le pregunté “¿Y no te molesta que esos otros se lleven el crédito? ¡Son tus ideas!” y me respondió con una gran sonrisa: “Mi interés es que las cosas se hagan como deben ser hechas. Quién se lleva las palmas por la idea, me resulta irrelevante. Lo estamos logrando, y eso es lo que importa.” No puedo negar que no estoy tan de acuerdo con esta persona, pero me parece una posición válida. Y funcional.
Aplica, verifica, pilotea. En el mundo de las ideas, todo es posible. En el mundo real, las reglas son otras. Tendencias, propuestas, ideales, son bienvenidas, pero deben demostrar resultados. Por eso, si estás seguro de haber encontrado una fórmula que agregue valor, haz lo necesario para ponerla en marcha: aplica las metodologías o técnicas que has aprendido, verifica que lo que dice la teoría se vive en la práctica, y embárcate en el desarrollo de nuevos proyectos, pero siempre en entornos mínimos y seguros, a través de experiencias piloto que te permitan vender tus propuestas sustentadas en hechos.
Promueve una cultura basada en evidencias. Es el paso posterior a la recomendación previa. Aprovecha cada espacio que encuentres para sugerir ir a las evidencias. ¿Una nueva metodología que revolucionará nuestra empresa? ¿Qué evidencias tenemos de que funciona en empresas como la nuestra? ¿Cuáles son los riesgos debemos asumir? ¿Qué necesitamos para ponerla en marcha? ¿Contamos con expertos externos que pueden orientarnos? ¿Hemos visto casos de éxito? Y por supuesto, la pregunta que cierra la discusión: ¿Qué nos dicen los resultados del piloto? “La cabeza en el cielo y los pies en el suelo” es un excelente lema para quienes buscamos hacer las cosas bien.
Prepárate para la siguiente tendencia. Recuerda siempre que estamos en un momento de fórmulas efímeras, que mutan tan rápido como el virus que transformó para siempre la manera en que trabajamos. Por eso, no te acostumbres a la comodidad, y mantente siempre atento a las tendencias, nuevos métodos y buenas prácticas de tu entorno inmediato y de otros escenarios. De esta manera pasarás de ser “el experto en la tendencia del verano pasado” a ser “el visionario que siempre está un paso adelante”.
Bueno, ya hemos hablado suficiente. Ahora, a pasar a la acción.
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.