Hace unas semanas varios amigos han vuelto a poner sobre la mesa el tema del que habló hace ya 5 años Edward Norton, cuando dijo que no sabía si en nuestros días podría haberse hecho Fight Club. Y si bien iba por el lado de la realización y el tratamiento del tema, las conversaciones nos han llevado a escuchar cosas como esta: “los millennials se aburren y se van. Es imposible que alguien hoy viva la experiencia de ese trabajador anónimo que encuentra en Tyler Durden la oportunidad de tener una vida con emoción”. Sí, eso fue lo que escuché. Pero yo conozco gente aburrida de su trabajo. Y que quiere renunciar. Y que se siente miserable por la falta de emoción. Quizás los niveles de tolerancia hayan cambiado, pero la experiencia humana es la misma. Y sin embargo, quienes miran de manera superficial a los más jóvenes de sus equipos consideran que sus vidas no son así.
También vi un artículo que hablaba sobre la generación X, y como suele pasar, utilizaron una fotografía de la emblemática Reality Bites. Y me hice la misma pregunta: ¿Sería posible que Reality Bites se mantenga vigente en nuestros días? Un grupo de chicos recién egresados de la universidad, que no saben qué hacer con sus vidas. Postergar responsabilidades, perder un trabajo y no poder encontrar otro, caer en depresión por eso y volverse una molestia (y un gasto) para los demás, no valorar el trabajo de la amiga que ha sido ascendida en una tienda de ropa… ¿No te suena común hoy también?
Considero que, si bien las formas cambian, los problemas de base que atravesamos son los mismos, porque son humanos. Y no saber qué hacer con tu carrera es uno de ellos. Y está bien.
La presión por obtener (o al menos aparentar) el éxito (sea lo que sea que signifique esa palabra), el hecho de “trabajar en tu carrera” (nuevamente, sea lo que sea que signifique eso), de “tener proyección y futuro”, y de estar en una de las “mejores empresas para trabajar en el mundo”, se parece mucho a la presión que vivían los personajes de Reality Bites, matizada por sus propios conflictos personales (la relación con los padres, el miedo a la verdad, el temor a los propios sentimientos y a definir finalmente quién es). Y está bien.
Creo que vivimos en tiempos en los que le hemos dado demasiada importancia a la “felicidad” y hemos distorsionado por ello el significado del “bienestar”, ambos conceptos entre comillas, y preferimos esconder todo lo demás bajo la alfombra, sin darnos cuenta de que allí abajo es donde más daño hace.
Entonces, ¿está bien no saber qué vas a hacer con tu carrera? Por supuesto. Es más, disfruta el momento. Y luego, haz un plan. Yo crecí pensando en Figh Club y Reality Bites como realidades altamente probables, y no me fue tan mal después de todo. Es más, hablo de ambas películas en la introducción de Diseña tu carrera, un libro que acabo de publicar (Editorial UPC, 2017) y que trabaja el tema de la importancia de tener un plan de verdad, para sacarle la vuelta al mercado laboral (que no es como nos lo han contado). Pero esa es otra historia.
Ahora, construye la tuya.
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.