Generar la impresión “correcta” para una empresa nos podría dar el empleo. Pero, ¿nos dará también la satisfacción?
“Que vean tu interés por el puesto, por la empresa, por el rubro. Que noten que encajas con facilidad en su cultura. Que no encuentre peros en tu perfil y en tu disposición para trabajar con ellos…” Así resumía el consejo recibido en una charla de empleabilidad una persona que se encuentra en pleno proceso de recolocación. Me preguntó qué opinaba al respecto. Mi respuesta fue simple: “¿Cuál es el nivel de esfuerzo?” A partir de allí, la conversación cambió.
Y es que creemos que el grado de empleabilidad depende de una relación lineal sencilla entre dos variables: Lo que la empresa quiere vs. Lo que tenemos para ofrecerle. Como se supone, a mayor afinidad entre ambas, mayor la probabilidad de obtener el trabajo, mayor la atracción que genera tu perfil. Pero, ¿quién se muestra tal y como es en un proceso de selección? ¿Qué tal si tu interés por el puesto no es tan grande? ¿Si la empresa te gusta pero no te mata? ¿Si el rubro te interesa pero no te apasiona? ¿Qué tal si tienes discrepancias con la cultura? ¿Qué tal si hay concesiones que no estás dispuesto a hacer? Según el consejo recibido líneas arriba, eso deberíamos de disimularlo, de maquillarlo. “No vayas a decir eso”, “Deja que se enteren después, cuando ya les hayas gustado…” son comentarios que he escuchado cientos de veces.
Introduzcamos la tercera variable: El nivel de esfuerzo. ¿Te resulta natural hacer match con el puesto, con la empresa y su cultura? Mientras mayor la brecha, mayor el esfuerzo que debemos hacer para cerrarla, al menos en apariencia. Piensa en levantar un costal de 20 kilos de peso. Definitivamente lo puedes hacer. Y podríamos tomarte una foto. Y vender tu fuerza con esa foto. Pero… ¿Por cuántas horas podrás sostener ese costal? Si el esfuerzo es grande, ¿cómo podremos sostenerlo en el tiempo? ¿Por cuánto podremos actuar, simular, fingir? Claro, tampoco quiero decir – desde esta comparación – que seamos unos debiluchos que jamás levantemos peso, pero la cuota de ejercicio diario para ser saludables no creo que sea cargar el costal de 20 kilos 24/7. Evitemos dañarnos por exceso y por defecto.
Recordemos que la actividad a la que le dedicamos el mayor tiempo de nuestra vida conscientes es el trabajo. El impacto psicológico, el desgaste emocional, y finalmente, la inconsistencia en tu identidad, ¿cuánto valen para nosotros? ¿Cuál es la fracción de nuestro sueldo? ¿Se paga? Probablemente no.
Por eso, antes de tomar la decisión, recuerda: ¿Cuál es el nivel de esfuerzo? Si eres actor, asume este reto. Si no lo eres, busca una empresa con la que encajes sin hacer mucho esfuerzo. Así podrás utilizar tu energía en lograr resultados sobresalientes, y no en aparentar que estás a gusto.
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.