Si es hora de desempolvar oportunidades, te decimos por dónde empezar
Una vez me contaron la historia de una persona A que había salido a comprar el pan y en la cola para pagar se encontró con su vecina B, a la que no veía simplemente porque A trabajaba mucho y alguien iba por ella a la panadería. Pero se había quedado sin trabajo, así que la señora A decidió volver a la panadería, mientras pensaba qué hacer. En eso, le cuenta a B la situación, quien le dice que justo su esposo le había contado que estaba buscando algunas personas para completar su equipo. El resto de la historia ya deben imaginarla. Networking que funciona… En la cola del pan. Así es. Y no sé si la historia haya sido cierta, pero lo que sí me consta es que en los espacios menos tradicionales podemos descubrir vetas inagotables de oportunidades laborales – o de negocio – para quienes estamos dispuestos a buscarlas, y por supuesto, a aprovecharlas.
Si sientes que ya agotaste tus contactos más cercanos, o si bien crees que eres un tanto antisocial y no tienes mayores relaciones cercanas a quienes recurrir en momentos de necesidad laboral, a continuación, te presentamos cinco fuentes de contactos que generalmente no valoramos en su real magnitud, y por lo mismo no explotamos en su máximo potencial:
- La familia. Sí, especialmente si detestas esas reuniones en las que terminan sacando el álbum fotográfico y contando anécdotas que te costaron años de terapia superar. ¿No crees que todo eso debería ser compensado, al menos en parte, con oportunidades laborales? Tus familiares son tu primera red social, la que no debería abandonarte en momentos difíciles. Recuerda que el primito pequeño podría ser ahora un gerente importante en alguna empresa de tu interés. O al menos conocer a ese gerente. Repasa un poco en qué anda cada uno, y quizás valga la pena volver a mirar ese álbum.
- Los amigos del colegio. Y los no tan amigos también. ¿Qué fue de ellos? Quizás pensabas que todos ellos ya se encontrarían tras las rejas, o en algún planeta lejano, pero, ¿sabes?, la gente cambia, y, en algunas ocasiones, madura. Y probablemente al menos uno sea el más activo en la organización de eventos o recordar las fechas importantes, así que ponte en contacto y retoma ese grupo que podría tener muchas oportunidades esperando.
- Los ex compañeros de trabajo. Es común pensar “¿Cómo les voy a preguntar? Si ellos vieron cómo me fui / me sacaron? Va a parecer que necesito ayuda…” Bueno, es probable que sí la necesites. Y que ellos tengan una opinión favorable sobre ti. E incluso podría ser que ellos ya hayan salido de la empresa y tengan nuevas oportunidades para ti.
- Los cabos sueltos de relaciones pasadas. Me refiero a esa gente que te quería mucho y que dejaste de frecuentar porque pasaron de ser “los contactos de mi pareja” a ser “los contactos de mi ex”. Pero, salvo que hayas hecho algo terrible, probablemente muchos de ellos no hayan tomado algún partido de forma radical, y estén dispuestos a darte una mano si es necesario. Recuerda a los que te estimaban más, a los que decían que eran de tu equipo, a los que te hacían parte de la familia. Quizás te extrañan más de lo que crees, y, nuevamente, la madurez hace que las circunstancias del final de una relación amorosa no opaquen las buenas referencias laborales.
- Los amigos del barrio. Quizás sean los más difíciles de rastrear, y posiblemente debas realizar una investigación exhaustiva, pero – créeme – vale la pena. Esos primeros amigos, cuando reviven los momentos que marcaron sus infancias, se hacen dueños de tu causa, y no pararán hasta lograr que tú encuentres lo que buscas. De lo contrario, no fuiste tan importante en esos momentos tempranos. Quizás no lo quieras saber, pero vale la pena intentar.
La lista prosigue, pero creo que con estas cinco se puede empezar. Hay un riesgo grande en cada una, por supuesto, pero si ya acabaste con todos los números que tienes grabados en tu teléfono, y no hay más a quien escribir en LinkedIn o Facebook, es momento de repensar la
Disconforme desde 1976. Actualmente dedicado a ser esposo, papá, consultor en temas de desarrollo, y facilitador (en ese orden). Básicamente, otro ser humano interesado en compartir conocimiento, experiencia y despejar humo, mientras escucha buena música.
El resto está en los links de abajo, pero sólo es realidad aumentada.