Si comienzo a reflexionar sobre mi vida y recuerdo esos momentos en los que tuve un cambio radical e importante en mi vida, siempre han sucedido teniendo que salir de mi zona de confort. Mucha ansiedad, mucho miedo, pero finalmente cuando tomé la decisión fui recompensado en la mayoría de los casos, y cuando las cosas no salieron como esperaba también me llevé un aprendizaje que ha ido formando la persona que soy ahora.
Les comparto el siguiente artículo que escribió Andy Molinsky para Harvard Business Review. Mientras lo traducía no dejaba de pensar en que tan cierto es todo lo que nos dice. Estoy seguro que al leerlo se sentirán identificados.
Si no estás fuera de tu zona de confort, no aprenderás nada
Por Andy Molinsky
Necesitas hablar en público, pero tus rodillas se doblan incluso antes de llegar al podio. Quieres expandir tu red, pero prefieres tragarte tus uñas que hablar con extraños. Hablar en reuniones aumentaría tu reputación en el trabajo, pero tienes miedo a decir algo incorrecto. Situaciones como éstas, que son importantes profesionalmente, pero personalmente aterradoras, son por desgracia, ubicuas. Una respuesta fácil a estas situaciones es evitarlas. ¿Quién quiere sentirse ansioso cuando no tiene que hacerlo?
Pero el problema, por supuesto, es que estas tareas no son sólo desagradables; también son necesarias. A medida que crecemos y aprendemos en nuestros trabajos y en nuestras carreras, constantemente nos enfrentamos a situaciones donde necesitamos adaptar nuestro comportamiento. Es simplemente una realidad del mundo en el que trabajamos hoy. Y sin la habilidad y el coraje para dar el salto, podemos perder oportunidades importantes para nuestro progreso. ¿Cómo podemos, como profesionales, dejar de construir nuestras vidas evitando tareas desagradables, pero profesionalmente beneficiosas?
Primero, se honesto contigo mismo.
Cuando rechazaste esa oportunidad de hablar en una gran conferencia de la industria, ¿era realmente porque no tenías tiempo, o tenías miedo de pisar un escenario y presentarte? Y cuando no te enfrentaste a ese compañero de trabajo que te había estado minimizando, ¿era realmente porque sentías que eventualmente se detendría, o fue porque estabas aterrorizado por el conflicto? Toma un inventario de las excusas que tiendes a hacer sobre evitar situaciones fuera de tu zona de confort y pregúntate si son verdaderamente legítimas. Si alguien te ofreciera esas mismas excusas sobre su comportamiento, ¿las verías como excusas o razones legítimas? La respuesta no siempre es clara, pero nunca será capaz de superar a la inacción sin ser honesto acerca de tus motivos en primer lugar.
Luego, haz tuyo el comportamiento.
Muy pocas personas luchan en cada versión de una situación de trabajo formidable. Es posible que tengas dificultades para buscar conversación, pero te resulta más fácil si el tema es algo sobre el que conoces bastante. O puede que se te dificulte hacer networking, a no ser que te encuentres en un entorno muy pequeño.
Reconoce estas oportunidades y toma ventaja. Durante muchos años he trabajado con personas que luchan por salir de sus zonas de confort en el trabajo y en la vida cotidiana, y lo que he encontrado es que a menudo tenemos mucho más margen de maniobra de lo que creemos para hacer que estas tareas se sientan menos repugnantes. A menudo podemos encontrar una manera de generar ajustes a lo que tenemos que hacer para que sea lo suficientemente agradables como para esculpir las situaciones de una manera que minimice la incomodidad. Por ejemplo, si eres como yo y te pones incómodo hablando en grupos grandes en entornos ruidosos, encuentra un rincón tranquilo para acomodarte o sal afuera del pasillo o del edificio. Si odias hablar en público y los eventos de networking, pero te sientes un poco más cómodo en grupos pequeños, busca oportunidades para hablar con grupos más pequeños o establecer reuniones íntimas (como tomarse un café) con aquellos con los que desea conectarte.
Por último, da el paso.
Con el fin de salir de tu zona de confort, tienes que hacerlo, incluso si es incómodo. Coloca los mecanismos en el lugar que te forzarán a zambullirte, y puede que descubras que lo que temías inicialmente no era tan malo como pensaste.
Por ejemplo, tengo una historia sobre incomodidad de hablar en público. En la escuela de posgrado tomé una clase sobre hablar en público y el profesor nos hizo entregar discursos, usando notas, cada clase. Luego, después de la tercera o cuarta clase, nos dijeron que le entregáramos nuestras notas y habláramos espontáneamente. Estaba aterrorizado, como todos los demás en el curso, pero ¿sabes qué? Realmente funcionó. Lo hice muy bien, y lo hicieron todos los demás. De hecho, hablar sin notas terminó siendo más efectivo, haciendo mi discurso más natural y auténtico. Pero sin este mecanismo de forzarme a la acción, podría nunca haber dado el salto.
Artículo original en inglés: If You’re Not Outside Your Comfort Zone, You Won’t Learn Anything
MBA de CENTRUM Católica Graduate Business School. Licenciado en Ingeniería Industrial de la Universidad de Lima. Gerente Comercial en Payet, Rey, Cauvi, Pérez Abogados. Especialista en Planeamiento Estratégico y Planeamiento Comercial.